Lo estamos haciendo fatal. No cabe duda alguna. Lejos de resolver (que podríamos) problemas, nos dedicamos a agravarlos. Hace ya un tiempo la ONU se planteó como objetivos del milenio acabar con el hambra. No era difícil. Sólo se necesitaba... dinero (y, claro, la voluntad de darlo y gestionarlo adecuadamente) Y dinero no falta. El problema es dónde y cómo se gasta.
Las últimas noticias están dibujando un panorama complicado. El precio de los alimentos se multiplica. Y no es que suban esos alimentos de ricos (caviar iraní o cosas por el estilo) Sube el arroz, sube el trigo, suben los alimentos que permiten que millones de personas subsistan, sobrevivan. Terrible. Y mientras tanto, el mundo sigue siendo ese espectáculo donde todos somos meros espectadores que vemos todo a través de pantallas y pensamos que no podemos hacer nada, nada, nada.
Hay un artículo de Andrés Ortega en El País que merece la pena ser leído. NO es complicado. Y el problema merece la pena que hagamos el esfuerzo de leer y entender, de leer y pensar.
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