martes, 11 de marzo de 2008

APRENDER

(Foto: El nómada)
Y mira que es difícil enseñar qué es aprender. Uno tiene la sensación de que todos andamos algo equivocados. Padres, profes, alumnado, sociedad..., todos andamos un poquito equivocados poniendo el acento en cosas que, a lo mejor, no son tan importantes.
Aprender es un viaje, pero no un viaje a ninguna parte, sino un viaje hacia una meta que es algo así como la línea del horizonte. Quien viaja hacia el horizonte no cesa en su viaje. Quien aprende a aprender ya no puede evitar seguir aprendiedo porque acaba de convertirse en una persona que DESEA SABER.
El comienzo de ese viaje es una pregunta. En el principio siempre tiene que haber una pregunta, pero no una pregunta que te imponga otro, sea el profe o el libro o tus padres o véte a saber quién. Sólo comienza ese viaje quien es dueño de sus preguntas. ¿NO te habías dado cuenta de que el poder reside en la capacidad para preguntar a los demás, para imponer preguntas a los otros de manera que estos, ocupados en buscar una respuesta, se olviden de que ellos también tienen derecho a preguntar? Aprender empieza por ser capaz de plantearnos preguntas. No es fácil eso de preguntar, por esto es preciso que uno aprenda, primero, a plantear esas preguntas.
Segunda etapa del viaje. Una vez formulada la pregunta es necesario buscar los datos que, relacionados con eso que nos plantea dudas, creemos que pueden ayudarnos a resolver el enigma. Buscar datos es una hermosa aventura. ¿Te gustan las aventuras o sólo eres de esas personas que se contentan con leerlas en los libros, admirarlas en las pelis, pero no atreverse a ser protagonista de una aventura propia? Busca tampoco es cosa simple. Hay que aprender a buscar. Hay que saber dónde podemos encontrar los datos. Hay que ser capaz de distinguir, entre la inmensa cantidad de información que tenemos a nuestro alcance, qué puede servirnos y qué no. ¡Cuidado, hay quienes te ofrecen datos como respuestas fáciles para todo! Te engañan. Quieren que no seas tú el que busques sino que sean ellos quienes te conduzcan allí donde les resulta mejor para sus intereses.
Ya tienes los datos. Tercera etapa del viaje. Analizar los datos. Seguro que te apasionan las pelis de detectives, de forenses, de ceseis... Bueno, pues tú también puedes imitarlos. Coge todos los instrumentos. Los tienes en ti mismo. ¿No estás seguro? Confía en ti mismo o en ti misma, puedes más de lo que te imaginas o de lo que otros se empeñan en decirte. Ah, y no tengas prisa. La vida de verdad, la que merece la pena, no es como los concursos de televisión: en estos lo que cuenta es la rapidez; en la vida el sosiego.
Finalmente llegarás a alguna conclusión. Pero no creas que es el final del viaje. Los viajes de verdad se distinguen de las vacaciones del turista en que los primeros no se acaban nunca porque el hambre de saber no tiene límites. Esa conclusión siempre será provisional. Hay que sospechar siempre de lo que se presenta como definitivo. Una conclusión vale hasta que se demuestra, o te demuestran, que no se sostiene porque el análisis no era el adecuado o porque los datos eran erróneos. Aprender es, sobre todo, saber escuchar, compartir con otras personas tus conclusiones sin ir por la vida de yo siempre tengo razón.
Espero que me creas. Aprender. Saber un poquito más cada día, es algo hermoso. Disfruta del viaje.
Firmado: La sombra del nómada

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