Hay un dicho que circula sobre los casinos y el juego: la banca siempre gana. O lo que es lo mismo, los que controlan el juego siempre ganan. Vivimos momentos duros que me hacen recordar ese dicho. Dicen que estamos entrando en una crisis económica. Seguro que a lo mejor has oído hablar de ella, aunque imagino que por ahora no te preocupa mucho (salvo que ya haya afectado a tu familia). Los síntomas están ahí: los alimentos suben gracias entre otras cosas a los especuladores que son unas personas (¿puede llamárselas así?) que se hacen ricos a costa de, en este caso, traficar con un derecho básico de las personas, el derecho a alimentarse. A ellos les da igual que en 2015, fecha en la que nos prometieron desde la ONU que se acabaría con el hambre en el mundo, la cifra de nuevos hambrientos, de nuevas personas que cuando digan "me muero de hambre" es que se estarán muriendo de verdad, aumentará. Pero claro, la gente, cuando ve que se muere de hambre o que la miseria le ataca, se olvida de muchas cosas y es fácilmente manipulable. Les dicen que los culpables no son esos ricos que se enriquecen con su hambre y miseria, sino los otros pobres, los pobres más pobres que ellos, inmigrantes que han huido del horror o de la pobreza para buscar algo a lo que todos tenemos derecho: una vida digna. Les dicen que el enemigo es ese inmigrante, tan pobre como él, y les convencen que entre ellos no hay igualdad posible, que en lugar de apoyarse deben combatirlos.Para esos ricos ver a todos los pobres unidos es una imagen de pesadilla. Pueden hacer que se les acabe el chollo. Así que ponen en marcha sus políticas del miedo, del miedo al otro y entonces aparece la xenofobia asesina como en Suráfrica (ver la noticia que te coloco arriba) donde los sudafricanos pobres asesinan a los inmigrantes pobres; o asuntos como los de Italia, donde los pobres asaltan, ayudados por las bestias negras de algo que a lo mejor no te suena pero que debería empezar a sonarte porque es una enfermedad mortal, el fascismo, a los gitanos en sus chabolas.
Pero ahora quiero que te fijes bien en la imagen de arriba. La página de El País. Su composición. La noticia, la foto terrible (un policía intenta apagar el incendio en el que se ha convertido una persona que ha sido atacada por otras personas), y abajo el anuncio. Casi podríamos decir lo siguiente:
Mientras los pobres se matan entre ellos, los que disfrutamos de una vida cómoda podemos pensar en nosotros mismos y elegir relajarnos y ser felices en ese hotel de muchas estrellas y bañitos saludables y...
Hace dos semanas terminaron nuestras jornadas culturales. Elogio de la diferencia. Y todavía queda, como ves, mucho por hacer. Sí, ya sé, dicen que vosotros, la gente de vuestra edad, no pensáis en estas cosas..., pero yo creo que sí y por lo tanto te dejo esto para que entiendas que el mundo que te aguarda puede ser muchas cosas, paraiso o infierno, y que no hay que esperar a que sean otros los que decidan por ti no vaya a ser que, como ellos piensan siempre en sí mismos y sólo en sí mismos, tu acabes no pudiendo optar a la parte inferior de la página de El País.
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