
Es demasiado habitual que quienes hablan de educación, en la mayor parte de los casos, se muevan el territorio abonado de los tópicos. Lugares comunes que parecen decir mucho y que, en realidad, no dicen nada. Así, por ejemplo, el tópico de la cultura del esfuerzo. Habría que dedicar varias entradas a esta frase tan manida: es que la escuela de hoy no trabaja la cultura del esfuerzo.
Quienes así hablan identifican esfuerzo con exámenes. ¿Realmente supone, inevitablemente, un esfuerzo terrible aprobar un examen? Sí, por ejemplo empollar la noche anterior o, más aún, elaborar complicadas chuletas. ¿Qué esfuerzo supone el examen cuando este tipo de pruebas en la mayor parte de los casos se han convertido en un simple rito? Los ritos no suponen ningún esfuerzo porque una vez que uno se ha habituado, se ha acomodado de tal forma a eso que es un rito que ya ni se le pasa por la cabeza otra cosa que responder mecánicamente.
Más. Los que piensan esto identifican aprender con aprobar y sitúan como fin de la educación el que el alumno o alumna apruebe. Que aprenda o no, en el sentido de que interiorice esos conocimientos, no es algo de lo que uno deba ocuparse. Si el alumno saca un 7 en el primer examen, un 8 en el segundo y 5 en el tercero, el alumno a aprendido en un nivel de bien tirando a alto. Si el alumno saca un 4, un 4 y un 4,75, no ha aprendido. La verdad, bien mirado, es éste un método sencillo para vivir cómodamente. Si todo en la vida fuera tan simple...
Dichoso esfuerzo. Por supuesto, en nuestro contexto sociocultural judeocristiano, esfuerzo es sinónimo de sudor en la frente, de dolor, de displacer... Vale, la verdad es que no me está quedando nada bonita la argumentación, pero es que son las 19,40 y hoy ya he hecho muchos esfuerzos. Pero antes quisiera dejar constancia de algo realizado por alumnos y alumnas de 1º de la ESO, de forma voluntaria, durante las vacaciones de Navidad. Sólo he puesto dos ejemplos. Hay más, pero si no los he incluido es por el tamaño de los archivos. Ah, si al verlo piensas que esto no supone esfuerzo alguno, que es algo sencillo, recuerda lo que me dijo mi compa "el altísimo" hoy mismo: cada vez me gusta más lo sencillo, sobre todo porque lo sencillo casi nunca es simplón. Pulsa en el vínculo de la imagen de arriba.
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